SONIC TRASH
King Kong Party (La Motta Records) Lp, 2021

A punto de cumplir veinte años de trayectoria, una carrera sólida que incluye aquella cada vez más lejana primera etapa en la que funcionaron con el nombre de Ya Te Digo, creo que lo mejor que puede decirse de Sonic Trash es que todos sus pasos son esperados con interés. Banda impecable en directo, siempre solventes, en ese hábitat son capaces de sostener la mirada y discutir el envite eléctrico a cualquiera, sea un grupo de su generación o cualquier talento emergente, que tendrá bien difícil podrá superarles siquiera en impulso y rabia juvenil. En paralelo se aprecia que son un grupo inconformista y alérgico al acomodo, comprometido con su crecimiento y en constante proceso de enriquecimiento a base de la ingesta de música variada, sin ataduras estilísticas ni compromisos con un pasado que se enroque en su inmovilismo ni con una modernidad que en demasiadas ocasiones se dispersa y termina confundiendo lo melifluo con lo sensible y lo arriesgado con lo inocuo. Con Sonic Trash no hay riesgo de reiteración, sabes que enfrentarse a un disco nuevo suyo va a ser estimulante porque van a ser capaces de dar una vuelta de tuerca a unos referentes que difícilmente van a abandonar a estas alturas (el mejor indie-rock de los noventa, el noise y la resaca del primer post-punk) y con ello ofrecer canciones que justifiquen el seguir en activo.

Quizá en King Kong Party sea precisamente eso, sus canciones, lo más destacable. Probablemente fruto de una apuesta decidida en este sentido, son piezas más elaboradas que parecen haber sido objeto de una estrategia dirigida a dotarles de mayor enjundia. Buscando con ellas lugares diferentes, sigue habiendo un buen puñado con las que mantienen esa pulsión eléctrica que es marca de la casa y en la que se manejan de fábula, maestros prestidigitadores cuando se trata de poner sobre la mesa todos los códigos del rock de garito. Pero en otras asumen un perfil novedoso gracias al empleo de nuevos andamiajes rítmicos que no habían transitado hasta ahora, ideas más juguetonas que te llevan al terreno de las propuestas más dinámicas que está ofreciendo el rock underground, rozando por momentos ese punk-funk siempre tan resultón.

King Kong Party incluye detalles cosmopolitas como el empleo de varios idiomas. Castellano, Euskera, Inglés y hasta unos coros infantiles en alemán comparten espacio con naturalidad. “Kalamity (Zure zapore Berria)”, cuya letra es obra del escritor Fermín Etxegoien -una presencia permanente en la escena musical vasca-, está mezclada por Rafa Sardina, más que acostumbrado a recibir premios Grammy por su trabajo con artistas de un perfil alejadísimo de esas penurias del underground que tan bien conocemos. Grabado en los estudios Submarino de Munguía con Iñigo Escauriaza a los mandos, el título promete gamberrismo pero engaña con ello: se trata de un disco muy serio -por encima de cualquier otra consideración-, con el que apuntalan un camino que les va a terminar convirtiendo en una banda de rock total capaz de ser siempre contemporánea, con independencia de cuáles sean sus referentes en cada momento y por clásicos -y a estas alturas asumidos- que sean estos.

Eduardo Ranedo
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